¿Qué entendemos por prevención?

Prevenir es reducir la probabilidad de que se presente un fenómeno o este se agrave, es decir, reducir la probabilidad de que se presente. Para prevenir podemos identificar anticipadamente riesgos y tomar acciones que eviten que un problema  ocurra, o que si ha ocurrido,  empeore. En otras palabras, prevención significa adelantarse a las situaciones no deseadas, como es el caso del consumo de alcohol en niñas, niños y adolescentes, para que no se presente y de presentarse, actuar para evitar que se generen trastornos por el uso de alcohol como la dependencia o la adicción.

Así, la mejor manera para prevenir el consumo de alcohol es:

1

identificar los factores de riesgo y de protección,

2

en reducir los factores de riesgo y

3

potencializar o aumentar los factores protectores.

¿Qué es un factor de riesgo?

Un factor de riesgo es una condición o circunstancia que aumenta la probabilidad de que algo indeseable suceda, por ejemplo, que una persona desarrolle una enfermedad o tenga un problema. En el caso del consumo de alcohol, un factor de riesgo puede ser todo aquello (biológico, social, cultural, estructural) que aumenta la probabilidad de qué haya consumo de este tipo de bebidas o que se transite a un uso habitual, abusivo o dependiente.

¿Qué factores aumentan la posibilidad de que una niña, niño o adolescente consuma alcohol?

 

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Los precios bajos

de las bebidas alcohólicas hace que sea fácil tenerlas y consumirlas por poco dinero. Esto contribuye a que sean atractivas para niñas, niños y adolescentes.

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La disponibilidad

de bebidas alcohólicas en el contexto cercano de las niñas, niños y adolescentes, es decir, que estén en tiendas, supermercados, restaurantes, fiestas o incluso, en sus casas. Esto es un gran factor de riesgo que aumenta la probabilidad del consumo.

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La exposición constante

a la publicidad de las bebidas alcohólicas hace que las niñas, niños y adolescentes desarrollen una actitud positiva frente a su consumo.

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Actitudes favorables hacia al uso de alcohol:

cuando en la familia, los ambientes de aprendizaje (como instituciones educativas o servicios de atención a la primera infancia tales como jardines, centros de desarrollo, entre otros) y en general en la comunidad se muestra una actitud positiva frente al uso del alcohol y existe un uso cotidiano de las bebidas alcohólicas, se genera una normalización de su consumo y esto conlleva a una mayor probabilidad de que niñas, niños y adolescentes las consuman.

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Creencias favorables hacia las bebidas alcohólicas:

la industria y los promotores de las bebidas alcohólicas han generado falsas creencias que posicionan el alcohol como un producto medicinal, espiritual y social. Promover estas falsas creencias positivas, a partir de la manera de expresarnos sobre el alcohol en el entorno familiar donde se desarrollan nuestras hijas e hijos aumenta de manera significativa la probabilidad de que se consuma alcohol.

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Problemas de manejo familiar:

la validación familiar al consumo alcohol; los vínculos débiles entre madres, padres y cuidadores con niñas niños y adolescentes; la sobreprotección; la falta de supervisión; situaciones de violencia intrafamiliar, entre otras, son factores de riesgo para el consumo de alcohol.

¿Qué es un factor protector?

Un factor protector es cualquier elemento o circunstancia que disminuye la probabilidad de que algo indeseable suceda, por ejemplo, que una persona desarrolle ciertas enfermedades o problemas. En este caso, los factores protectores reducen la probabilidad de que se de el consumo de alcohol u otras sustancias. Estos factores actúan como defensores del bienestar y pueden contrarrestar los riesgos asociados con el consumo de alcohol.

¿Qué factores disminuyen la posibilidad de que una niña, niño o adolescente consuma alcohol?

 

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Las políticas de control del alcohol que implementan los gobiernos como el aumento de precios, la restricción de la publicidad y de la disponibilidad de las bebidas alcohólicas. Estas medidas son efectivas para la protección de la población, especialmente de niñas, niños y adolescentes.

Las habilidades para la vida de niñas, niños y adolescentes: fortalecer las habilidades como la regulación emocional, el pensamiento creativo y crítico, la asertividad, la empatía, la escucha, el autoconocimiento y la toma de decisiones; puede impactar positivamente la vida de niñas, niños y adolescentes, actuando como un factor protector frente al consumo de alcohol ya que les permiten resolver y responder de manera más eficiente a las situaciones que se presentan en su cotidianidad [1].

El compromiso familiar y las pautas de crianza positivas y amorosas: los estudios realizados en Colombia sobre consumo de sustancias en población escolar (2016 [2] y 2022 [3]) indican que, entre mayor es el involucramiento de madres, padres y cuidadores en la vida de sus hijas e hijos, menor es el consumo de sustancias psicoactivas como el alcohol por parte de niñas, niños y adolescentes. Este tipo de prácticas refuerzan los vínculos de confianza entre niñas, niños y adolescentes y sus madres, padres o cuidadores.

Conversaciones con niñas, niños y adolescentes sobre el consumo de alcohol: ayudarles a comprender que el alcohol, aun en bajas cantidades, puede ocasionar daños en su organismo y que esto los expone a un mayor riesgo porque su cuerpo y sistema nervioso aún se encuentran en desarrollo.

Las opciones de diversión y entretenimiento libres de bebidas alcohólicas: la evidencia ha demostrado que el consumo de alcohol es normalizado por un discurso cultural, influenciado por el mercadeo y la publicidad de la industria del alcohol de estas bebidas, por lo cual, erróneamente se asocian a la diversión, las celebraciones y los eventos familiares. Para empezar a cambiar estos discursos se requiere usar el pensamiento crítico y creativo para crear nuevas narrativas y asociaciones frente al consumo de alcohol no solo en niñas, niños y adolescentes sino también en la familia. De esta manera es importante crear actividades divertidas, eventos y celebraciones en las que se pasen momentos agradables sin que esté presente el alcohol.

Una elevada percepción de riesgo: reconocer las consecuencias que tiene el consumo de alcohol a temprana edad reduce la posibilidad de que se presente el consumo. Para aumentar la percepción de riesgo es importante mencionar las consecuencias reales que tiene el consumo de bebidas alcohólicas, como la afectación en el desarrollo cerebral y por ende el impacto que tiene en la reducción de la memoria, la atención, la solución de problemas, la toma de decisiones, la gestión emocional, el autocontrol, la inteligencia y en la salud mental.

Reforzar conductas saludables: establecer normas claras; fortalecer las habilidades para la vida, desarrollar vínculos positivos de confianza y promover el respeto. Son factores protectores para guiar a niñas, niños y adolescentes con herramientas que más adelante le servirán como apoyo para la toma de decisiones respecto al consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas.


[1]
Organización Panamericana de la Salud [OPS]. Enfoque de habilidades para la vida para un desarrollo saludable de niños y adolescentes [Internet]. 2001.
[2] Observatorio de Drogas de Colombia. Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar Colombia – 2016 [Internet]. 2016
[3] Ministerio de Justicia y del Derecho – Observatorio de Drogas de Colombia, Ministerio de Educación Nacional. Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas Colombia en población escolar 2022. Bogotá DC.: ODC.