¿Qué pasa a nivel psicológico?
Los daños asociados al uso de alcohol van más allá de las consecuencias físicas; hay una amplia evidencia que relaciona las bebidas alcohólicas con la posibilidad de desarrollar trastornos de la salud mental, como, por ejemplo, la depresión y la ansiedad.[3]
Los primeros 8 años de vida (la primera infancia) es la etapa donde más cambios suceden a nivel de desarrollo físico, cognitivo, emocional y social[4]. Sin embargo, el cerebro, el cuerpo, las habilidades siguen desarrollándose a lo largo de la vida. La evidencia indica que, el cerebro termina de formarse aproximadamente a los 25 años, especialmente las áreas que se encargan del control de impulsos, de la atención, la inhibición de comportamientos y la autorregulación[5].
La evidencia indica que entre más temprano empiece una persona a consumir alcohol, es más probable algunas áreas del cerebro se afecten de manera irreversible. Esto puede desencadenar en resultados negativos en el rendimiento escolar, lo que puede llevar a la deserción académica. También puede afectar la capacidad de toma de decisiones, la autonomía y la percepción de riesgos. Además, se ha evidenciado mayor riesgo de probar otras sustancias psicoactivas y desarrollar dependencia de estas.